Un constructor contrató a Julio y José, dos leñadores, para que le ayudaran a preparar madera para sus proyectos.
Les dio a cada uno un hacha y les dijo: "Nos vemos al final de la semana para revisar el trabajo."
El primer día, Julio y José cortaron 5 árboles cada uno.El segundo día, Julio cortó 5 y José, 4.El tercer día, Julio cortó 5 y José, 2.El cuarto día, Julio cortó 5 y José, medio árbol.El quinto día, Julio cortó 5, pero José ni siquiera pudo ir a trabajar…
José estaba agotado. Tenía ampollas en las manos, dolor en la espalda, en el cuello y los brazos… Estaba fundido.
Cuando el constructor llegó a revisar, le preguntó a José por qué había hecho tan poco, pues mientras Julio entregó 25 maderas, José ni siquiera llegó a 12.
José estaba confundido: “No entiendo cómo Julio logró más que yo. ¡Hasta se tomaba dos horas de almuerzo mientras yo comía en 15 minutos para aprovechar el tiempo, y aún así no rindió!”
Decidió preguntarle a Julio cuál era su secreto.
Y la respuesta fue un bombazo: “¿Y quién te dijo que yo me tomaba dos horas de almuerzo?… En esas dos horas me dedicaba a AFILAR MI HACHA.”
¿Ya afilaste tu hacha?
El conocimiento no se delega. Cuanto más sabes, más eficiente eres al enfrentar desafíos y obtener la rentabilidad que buscas en tu negocio o con las metas de tu vida.
No te limites a observar cómo trabajan los demás.
Invierte tiempo en entrenarte, aprender, y capacitarte…
¡Mantén tu hacha afilada para que tu vida y tu bolsillo disfruten de los resultados!
Un abrazo,
Cintya Hernández
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